Yo no soy experta en el tema pero empiezo este camino porque soy madre de una joven adulta de esta población. Mi hija tiene retraso leve a moderado, un Cociente Intelectual (IQ, por sus siglas en inglés) de 57 con un componente de ansiedad severa. A su vez es una persona con muchos deseos de hacer y pertenecer a la sociedad donde vive y compartir con pares. Va en búsqueda de lograr sus sueños, es extremadamente social, puede prever situaciones con anticipo y busca desarrollarse a su máximo con un interés en servir y de ser útil. Constantemente veo cómo intenta ser parte de la sociedad como la conocemos -esa en donde participamos tú y yo- pero se frustra y sé que a ella le gustaría y le beneficiaría un lugar como lo que propongo con la Casa Común ya que con su condición de retos cognitivos sin un proyecto de apoyo de vida será muy difícil perseguir sus metas. Nesta, como se llama mi hija, al igual que muchos otros que conocemos puede terminar teniendo una vida a la inversa de lo que aspira: una vida de frustración donde no podrá alcanzar sus metas y estará cada vez más aislada de ser parte de nuestro entorno. Un derecho universal para la población de discapacidad es el poder compartir con pares y gozar de servicios que destaquen sus habilidades para estos y sus familiares.
Tener una hija de esta población me ha reiterado la realidad de que no podemos tener todo lo que queremos pero también es claro que esto no debe ser una excusa para que ignoremos lo que sí podemos hacer. Desde que Nesta tiene 5 años, he ido aprendiendo de otros ejemplos ya establecidos mundialmente de proyectos bellísimos de servicios y recursos dignos para estas poblaciones. Quiero esto para Puerto Rico y propongo comenzar con un proyecto piloto. Yo como madre, educadora, artista, diseñadora y empresaria pienso que es difícil poder generar ambientes de inclusión social desde el aislamiento individual de las familias. De ahí surge la idea de Casa Común: espacio de estar. Casa Común es un lugar que beneficiará no sólo a los integrantes del programa sino también a sus familias y a la sociedad en general.
Me inspiro en la necesidad de una programación con recursos dignos, reales y saludables para nuestros hijos con el fin de proponer este proyecto que busca ofrecer opciones en Puerto Rico para la población de discapacidad.
Me inspiro también en pensadores, analistas y humanistas que han dedicado su tiempo a desarrollar trabajos teóricos considerando a las personas de esta población y a todos los padres y familiares que se han dado a la tarea de fundar proyectos con el fin de generar recursos y servicios dignos para la población de discapacidad en el mundo